viernes, 29 de julio de 2016

La desamortización de Mendizabal

179 años de la desamortización de Mendizabal (1836-1837)


  • Tal día como hoy en 1837, en España, Juan Álvarez Mendizábal promulga la ley de desamortización de la Iglesia.
  • La desamortización fue una de las armas políticas con la que los liberales modificaron el régimen de la propiedad del Antiguo Régimen para implantar el nuevo Estado liberal durante la primera mitad del siglo XIX.



Juan Álvarez De Mendizábal (1790-1853)


El 29 de septiembre de 1833 muere Fernando VII, dejando como heredera del trono a su hija Isabel, con casi tres años de edad, y a su esposa, María Cristina de Nápoles, a cargo de la Regencia. Previamente, el monarca había abolido la ley sálica, que excluía del trono a las mujeres, lo que luego sería causa de una fuerte oposición militar por parte del infante Carlos y sus partidarios, los «carlistas», que, hasta ese momento, se tenía por legítimo sucesor.

En 1834, en una situación de crisis económica lamentable, la Reina Gobernadora pone al frente del primer ministerio a Juan Álvarez Mendizábal (1790-1853), nacido en Chiclana de la Frontera, Cádiz, quien, para sanear la Hacienda y hacer frente a los grandiosos gastos que suponía hacer frente al primer levantamiento de los carlistas (1833-1835), pone en práctica una contundente política de desamortización de los bienes de la Iglesia, acusada de partidaria del carlismo.

Así, entre 1835 y 1836, dispone una sucesión ininterrumpida de decretos, suprimiendo un gran número de conventos y congregaciones religiosas (excepto algunas dedicadas a la enseñanza de niños pobres o al cuidado de enfermos), cuyos bienes pasaron a manos del Estado, para ser vendidos luego en pública subasta, y su producto aplicado a la amortización de la Deuda.

Caída María Cristina al frente del reino (1840) y nombrado regente el general Baldomero Espartero (1793-1879), el nuevo mandatario dispuso, el 2 de septiembre de 1841, la venta de las fincas, derechos y acciones del clero secular. Doce provincias, entre ellas Madrid, Valencia, Salamanca, Sevilla, Cádiz, Jaén y Granada, poseían más de la mitad de los bienes del clero. Las ventas obtenidas en ellas significaron el 41,41% de todas las ventas nacionales y el 50,95% de las de las fincas urbanas.

El 19 de febrero de 1836 comenzaba el proceso desamortizador impulsado por el primer ministro Juan Álvarez Mendizábal. Cuando Mendizábal llegó al poder en 1835 tenía ante sí lo que consideraba dos problemas fundamentales, el precario estado de las arcas públicas y la guerra civil contra los carlistas. Para remediar ambos problemas en una sola jugada, ideó la desamortización, una medida injusta —y fracasada— que pretendía poner en el mercado bienes y tierras mediante la expropiación forzosa, para venderlas mediante subasta pública. Mendizábal pretendía así financiar la recluta de 100.000 soldados y terminar con la guerra, al tiempo que renovaba el flujo de caudal público y ganaba para la causa liberal un buen puñado de compradores agradecidos.

Lo que se conoce por bienes de «manos muertas» eran aquellos patrimonios que procedían del Antiguo Régimen y que se encontraban «amortizados», esto es, que no podían ser vendidos ni divididos. Pertenecían a un título nobiliario o eclesiástico, a una villa, a un convento, a una orden militar o a un mayorazgo y en ocasiones tenían vinculado un determinado uso, a menudo comunal. Su titularidad podía transmitirse a quien correspondiese en herencia, pero debían permanecer íntegros. La desamortización parcial de estos bienes se venía produciendo desde el siglo xvi por necesidades concretas de los monarcas. Y gobernantes como Godoy y José I la habían puesto en práctica, el segundo como medida hostil ante el apoyo del clero a la resistencia.

Mendizábal no era un pionero pero sí fue el impulsor definitivo de esta medida, que con él se volvió irreversible. Con la finalidad de «disminuir la deuda pública», el primer ministro legisló a base de «decretazos» (sus medidas no pasaron por el Parlamento), la supresión de todas las órdenes religiosas que no tuvieran como fin la beneficencia, al tiempo que expropiaba sus bienes y los ponía en venta. Como medida social, el proceso no tuvo efecto igualitario alguno, pues el método de subasta dirigía los bienes hacia unas pocas manos, las que disponían de capital. No se formó en España ninguna burguesía agraria, pues sólo la nobleza terrateniente se interesó por las grandes pujas. La reforma acrecentó el latifundismo en el sur y atomizó los minifundios del norte. Tampoco logró el flujo de capital deseado, pues el proceso de venta fue lento y el dinero llegó con cuentagotas. Bien es cierto que se liberaron miles de hectáreas para su explotación, pero al no venir acompañada de una reforma agraria, sus consecuencias fueron limitadas. La desamortización de Mendizábal, ministro de la regente María Cristina de Borbón, en 1836, tuvo unas consecuencias muy importantes para la historia económica y social de España.

Como la división de los lotes se encomendó a comisiones municipales, éstas se aprovecharon de su poder para hacer manipulaciones y configurar grandes lotes inasequibles a los pequeños propietarios pero pagables, en cambio, por las oligarquías muy adineradas que podían comprar tanto grandes lotes como pequeños.

Los pequeños labradores no pudieron entrar en las pujas y las tierras fueron compradas por nobles y burgueses urbanos adinerados, de forma que no pudo crearse una verdadera burguesía o clase media en España que sacase al país de su marasmo.

Los terrenos desamortizados por el gobierno fueron únicamente los pertenecientes al clero regular. Por esto la Iglesia tomó la decisión de excomulgar tanto a los expropiadores como a los compradores de las tierras, lo que hizo que muchos no se decidieran a comprar directamente las tierras y lo hicieron a través de intermediarios o testaferros.

Javier De Frutos
Para Por Y para Aranjuez



miércoles, 13 de julio de 2016

19 años sin Miguel Angel Blanco

19 años sin Miguel Angel Blanco

  • Los terroristas dieron entonces un ultimátum: si en 48 horas no anunciaba el traslado de todos los presos vascos a Euskadi, el concejal de Ermua por el PP moriría
  • Ante la negativa del Gobierno central, la tarde del día 12 fue tiroteado en un descampado, muriendo en la madrugada del día 13.




Hijo de Miguel Blanco, nacido en la población orensana de Junquera de Espadañedo, y de Consuelo Garrido, nacida en la población orensana de La Merca, Miguel Ángel tenía una hermana, María del Mar.

Se licenció en Ciencias Económicas por la Universidad del País Vasco en Sarriko, Vizcaya. Durante un tiempo trabajó como albañil con su padre, hasta que encontró otro trabajo más acorde con sus estudios como economista en la consultoría Eman Consulting de la localidad de Éibar, a donde se trasladaba diariamente en ferrocarril, rutina que facilitó su secuestro por los terroristas.

En 1995 se afilió a Nuevas Generaciones del Partido Popular País Vasco, dirigidas en aquella fecha por su amigo Iñaki Ortega Cachón. Éste lo convenció y logró que se integrara en el comité ejecutivo provincial y posteriormente fue elegido número tres en las listas del PP en las elecciones municipales de mayo en 1995, en las que su partido cuadriplicó sus anteriores resultados en Ermua, logrando su acta de concejal.

El 1 de julio de 1997, el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara fue liberado por la Guardia Civil, tras pasar 532 días en un zulo de la localidad de Mondragón, siendo detenidos los cuatro terroristas que lo mantenían secuestrado.

Francisco Javier García Gaztelu, alias «Txapote», Irantzu Gallastegui Sodupe, «Nora», y José Luis Geresta Mujika, «Oker» o «Ttotto», todos miembros del comando Donosti de ETA, intentaron localizar a Miguel Ángel Blanco el 9 de julio, miércoles, a partir del trayecto que hacía normalmente desde su domicilio, en la calle Iparraguirre de Ermua. Los tres terroristas no lo localizaron, ya que Blanco se había desplazado con un vehículo que pertenecía a su padre.

Al día siguiente, fue localizado a las 15:30 horas, cuando bajaba del tren para acudir a su lugar de trabajo, la empresa Eman Consulting. Irantzu Gallastegui, «Nora», abordó al concejal y le introdujo en un vehículo oscuro que estaba estacionado en la calle Ardanza. A las 18:30 horas, los etarras pidieron el acercamiento de los presos de ETA a cárceles del País Vasco, en un comunicado que fue reproducido en la emisora de radio Egin Irratia, diciendo que si antes de las 16 horas del sábado, día 12, el Gobierno, presidido por José María Aznar, no llevaba a cabo el acercamiento de los presos, ejecutarían a Blanco.

El concejal fue retenido en algún lugar aún desconocido. Allí fue maniatado y permaneció hasta el día del ultimátum. El 12 de julio, los tres terroristas lo introdujeron en el maletero de un vehículo y lo llevaron a un descampado de la localidad de Lasarte-Oria, en Guipúzcoa. Gaztelu, viendo que sus exigencias no se habían cumplido. El sábado, el día que expira el ultimátum, España es un clamor. En Bilbao se dan cita medio millón de personas, en la mayor manifestación que ha conocido nunca el País Vasco. Pero los gritos no llegan a los oídos de 'Txapote'. Minutos antes de las 16,00 horas, los terroristas llevan a Blanco, metido en el maletero del coche, hasta una arboleda en Lasarte. 'Amaia' se queda en el automóvil. El edil, con las manos atadas con unos cables, camina unos pasos. Geresta sujeta a la víctima. 'Txapote' desenfunda su arma, una pistola del calibre 22, demasiado pequeña para una ejecución.

'Txapote', «con el arma encima de la piel», según los forenses, le dispara en la cabeza. El primer minúsculo proyectil no causa más allá que una fractura ósea en el cráneo del concejal, que ni siquiera pierde la conciencia. Los verdugos se ponen nerviosos. Obligan a Blanco a ponerse de rodillas. 'Txapote' realiza un segundo disparo, también a «cañón tocante», por debajo de una oreja. Esta vez sí es mortal, aunque Blanco no murió en el acto. Dos hombres que caminaban por el campo en Azokaba descubrieron poco después a Blanco aún con vida. Fue trasladado a la Residencia Sanitaria de Nuestra Señora de Aránzazu, pero no se pudo hacer nada por su vida. Miguel Ángel Blanco falleció a las 5:00 horas del 13 de julio de 1997

El asesinato de Miguel Ángel Blanco supuso una importante movilización en contra de ETA. Tras su muerte se acuñó el término espíritu de Ermua y se creó el 18 de diciembre de 1997 la Fundación Miguel Ángel Blanco. La entidad promotora de esta fundación fue RTVE, que donó para su creación los ingresos obtenidos durante el acto homenaje en recuerdo de Miguel Ángel Blanco.

Su secuestro y asesinato provocaron un sentimiento social de rechazo hacia ETA en grandes sectores de la ciudadanía. Aunque asociaciones como Gesto por la Paz de Euskal Herria5 ya habían iniciado el año anterior sus movilizaciones cívicas contra la violencia, a partir de entonces las organizaciones y las expresiones en contra de la violencia de ETA aumentaron.

El Foro Ermua surge tras la reunión de varios profesores después del secuestro y posterior asesinato del concejal. Su eje de acción fue un manifiesto de repulsa donde se proclama su oposición a cualquier negociación con ETA que no sea su disolución como organización armada y la unidad antiterrorista de los dos grandes partidos políticos, PP y PSOE.

El 30 de junio de 2006, se juzgó a los responsables, «Txapote» y «Nora» —Mujika se suicidó dos años después del asesinato—, y se los condenó a 50 años de prisión, por el secuestro y asesinato del concejal.6 Durante los mismos días del juicio, Telecinco emitió el documental Miguel Ángel Blanco: el día que me mataron.

Los familiares de Miguel Ángel fueron expulsados del juicio por interrumpir la vista tras enfrentarse a los acusados y sus familiares.

Tras el décimo aniversario de la muerte de Blanco, sus familiares trasladaron su cuerpo desde el nicho del cementerio de Ermua al de la localidad orensana de La Merca, donde actualmente descansa en su tumba.

Javier De Frutos
Para Por y Para Aranjuez


lunes, 11 de julio de 2016

Camping de Los Alfaques, 38 años de la tragedia

Camping de Los Alfaques, 38 años de la tragedia

  • La explosión de un camión cisterna abrasó en apenas unos segundos un camping en la costa de Tarragona, carbonizando a 215 personas y causando heridas graves a otras 77
  • Tres muertos de Los Alfaques, aún sin ser reclamados tras 38 años.



Estado en el que quedó la sección del camping afectada por la explosión

El accidente del camping de Los Alfaques se produjo el 11 de julio de 1978 en un campamento de playa situado en el municipio de Alcanar, comarca del Montsiá en la provincia de Tarragona (España), a solo 3 km del núcleo urbano de San Carlos de la Rápita, donde tuvo lugar un gravísimo accidente por la explosión de un camión cisterna que transportaba propileno licuado. El resultado fue de 243 fallecidos, más de 300 heridos graves, y la destrucción de la mayor parte del campamento.

El 11 de julio de 1978 un camión cisterna cargado con 25 toneladas de propileno licuado salió desde Tarragona de la refinería Enpetrol y se dirigió hacia el sur por la vieja N-340, hacia Alicante. La cisterna tenía una capacidad aproximada de 45 metros cúbicos y una capacidad legal máxima de 19,35 Toneladas de carga de 8 bares (unas 8 atmósferas), sin embargo, como demostró la investigación posterior esta capacidad fue sobrepasada con creces. Por si fuera poco, la cisterna (fabricada en acero al carbono) no disponía de ningún sistema de alivio de presión.

La secuencia de la tragedia se inició cuando, el conductor del camión probablemente para ahorrarse el paso por el peaje, que habría tenido que pagar de su propio bolsillo, decidió conducir por la N-340 en dirección sur. Después de recorrer 102 kilómetros -en el 159,5- a las 14:35, al pasar por delante del campamento "Los Alfaques", ocurrió la catástrofe. En ese momento, el campamento tenía registradas unas 800 personas, y se estima que entre 300 y 400 se encontraban dentro del radio de la explosión, calculada entre 0,5 y 1 km, y que mató instantáneamente a 158 personas.

En la investigación subsiguiente se expuso como hipótesis más probable que el camión cisterna estaba sobrecargado, ya que llevaba unas 25t en vez de las 19 máximas reglamentarias. Aquella cantidad ocupaba totalmente el espacio disponible de la cisterna, que de este modo quedaba llena al 100%. A pesar de que inicialmente el líquido se encontraba muy frío, debido a la larga exposición al sol durante el viaje, la carga se fue calentando y con ella se generó una expansión del líquido contenido, el cual, al carecer de espacio para expandirse elevó la presión interna muy por encima de la que correspondería a su punto de equilibrio líquido-vapor (límite para el que estaba diseñada la cisterna). A consecuencia del exceso de presión, el tanque de acero reventó posiblemente por rotura de una de las soldaduras que unían dos secciones cilíndricas de la cisterna, desdoblándola en dos piezas. En ese instante el propileno licuado se encontró sin una pared de contención y se liberó bruscamente, al igual que ocurriría en un cohete a reacción.

El gas licuado, al verse libre y encontrar numerosos puntos productores de chispas por los rozamientos, se incendió generando una explosión cuyo empuje dividió en dos al camión proyectando sus mitades en direcciones opuestas durante cientos de metros. Como resultado, la parte delantera de la cisterna y la tractora del camión sufrieron un impulso hacia adelante en la dirección de la carretera. La parte posterior, mucho mayor, salió despedida hacia atrás, desviándose ligeramente de la carretera y avanzando más de 200 metros campo a través hasta alcanzar el edificio de un restaurante. Visto el ángulo que formaron las dos partes de la cisterna se puede inferir que la rotura de la soldadura empezó por el lado del mar, justo apuntando al Campamento los Alfaques. Las dos piezas en que se rompió la cisterna avanzaron hacia la montaña, así como el líquido incendiado, que avanzó hacia el Campamento. La deflagración del líquido arrastró una pieza inerte de la cisterna, su cobertura, que se encontró en la mitad del campamento, concretamente en la zona de mayor devastación.
Durante la explosión, la bola de fuego cubrió en un instante la mayor parte del campamento, afectando la plaza al sur de la calle y a muchos de los veraneantes que estaban allí. Además, las altas temperaturas de más de 2000ºC, hicieron que la gran cantidad de bombonas de gas que había en el propio campamento se inflamaran, sumándose al incendio de la explosión. Según los testigos presenciales, la temperatura en la zona fue tan alta que hizo hervir el agua de la orilla del mar hacia donde las víctimas huían.

Comenzaba entonces un auténtico infierno para los veraneantes que habían venido de media Europa para disfrutar del sol de Tarragona. Según testigos presenciales el espectáculo tras la explosión, que fue alimentada por los depósitos de los coches aparcados y las bombonas de butano de los campistas, era dantesco. «Hay cuerpos completamente calcinados y esparcidos por todas partes», escribía al día siguiente en ABC el enviado especial del periódico, quién afirmó que la zona había quedado «arrasada como si hubiera caído un meteorito».

Fallecieron 158 personas en el acto, incluido el conductor del camión. Sin embargo, si la explosión se hubiese producido pocos minutos antes las consecuencias hubiesen sido desproporcionadas, ya que la carretera N-340 pasa también por el centro de San Carlos de la Rápita, que en esa época del año podía albergar a unas 20.000 personas, entre residentes y turistas. Se calcula que la explosión se produjo justo un minuto después de abandonar el núcleo urbano, lo que atenuó que la explosión hubiese sido más devastadora en cuanto a víctimas y destrozos materiales se refiere.

Los periódicos divulgaron que la tragedia duró aproximadamente 45 minutos, desde la explosión a la llegada de las primeras fuerzas de rescate al lugar del accidente. Mientras tanto los veraneantes y una gran cantidad de residentes locales, de La Rápita, ya trasladaban los afectados a centros médicos en sus propios coches o autocaravanas. Las ambulancias y otras unidades de emergencia fueron llegando gradualmente al lugar. La Guardia Civil y el ejército escudriñaron el campamento arrasado buscando supervivientes.

Los heridos fueron transportados a los hospitales de Barcelona y Madrid así como a la Unidad de Quemados del antiguo Hospital Universitario La Fe de Valencia. Durante los días y semanas posteriores fallecieron otros 70 veraneantes debido a la gravedad de las quemaduras. En total murieron 243 personas, entre ellos muchos turistas alemanes así como franceses y belgas. Además, más de 300 personas sufrieron graves quemaduras de consecuencias persistentes.

En el accidente, dos terceras partes del campamento sobre una superficie de 700 x 450 metros fueron destruidos, aunque la parte norte del recinto permaneció casi intacta. La discoteca que había enfrente del campamento quedó completamente destruida por la fuerza de la onda expansiva, dándose la casualidad que la familia propietaria estaba dentro limpiándola. Allí murieron 4 adultos y dos menores, los únicos de la localidad, junto a un obrero que realizaba obras en un chalet cercano a la zona. La parte posterior del tanque de combustible se desplazó 300 metros empotrándose en un edificio.

La gravedad de las quemaduras dificultó la identificación de las víctimas. El trabajo de la Comisión de Identificación y el Departamento de Investigación Criminal de la República Federal Alemana permitió la identificación de todas. Voluntarios del Hospital Verge de la Cinta de Tortosa extrajeron muestras de sangre ventricular de 105 de los cuerpos del accidente, que se encontraban en el cementerio de Tortosa.

La identificación de los cadáveres se hizo muy difícil por encontrarse la mayoría de los cuerpos completamente carbonizados y vestidos tan solo con traje de baño. Según escribía Alfredo Semprún, enviado por ABC para cubrir el suceso, el cadáver de un bebé se halló materialmente injerto en el asfalto de uno de los caminos del camping y un día después de la tragedia todavía vagaban «como autómatas» algunos supervivientes por los alrededores. «Entre ellos nos llama poderosamente la atención un francés permanentemente abrazado a un perro Pointer, "único ser querido que ha sobrevivido a la catástrofe, ya que mi esposa e hijo —contaba entre lágrimas— han muerto. Yo me salvé porque llevé al perro a pasear, mientras que ellos dormían la siesta"». El periodista también recogió la petición de otro superviviente francés, Diego Noden, «que nos ruega que hagamos constar, en su nombre y en el de sus compatriotas, el agradecimiento al pueblo llano y sencillo español, que supo verter toda su simpatía y valor humano en los momentos que más se necesitaba».

La tragedia alcanzó tal cariz que obligó a cambiar las normas de seguridad para el transporte de mercancías peligrosas por carretera. De acuerdo con el Grupo Universitario de Investigación Analítica de Riesgos (GUIAR) de la Universidad de Zaragoza, a raíz del accidente se impuso la obligatoriedad de instalar de válvulas de alivio de presión en las cisternas que transportan determinadas sustancias inflamables y se diseñaron rutas adecuadas fuera de los núcleos urbanos parael transporte de mercancías peligrosas.

Cuatro años después de la tragedia, en 1982, la Audiencia de Tarragona condenó al jefe de Seguridad de Enpetrol por no avisar del exceso de carga —una anomalía que al parecer se producía frecuentemente— y al director de la refinería a un año de prisión e indemnizaciones a los perjudicados, que correrían a cargo de Enpetrol como responsable civil subsidiario. Los daños materiales, incluyendo las indemnizaciones, quedaron valorados en unos 176 millones de pesetas de entonces. En 1983 la Sala Segunda del Supremo aceptó parcialmente los recursos de ambos, negando que hubiera imprudencia temeraria profesional.

En 1982 se determinó la responsabilidad de dos empresas acusadas de negligencia ("imprudencia temeraria") y sentenciadas al encarcelamiento por un año de sus directivos. En subsecuente acción civil, se obligó en 1982 y 1983 a las empresas "Cisternas Reunidas" y "Enpetrol" a pagar compensaciones por un total de 2.200 millones de pesetas, el equivalente a 13,23 millones de euros, sin tener en cuenta la inflación.

Tras la tragedia, las dos terceras partes del camping siguieron funcionando, mientras que la zona afectada fue remodelada durante los diez meses posteriores. Sobre la tierra calcinada se depositó una capa de treinta centímetros de arena nueva, se plantaron árboles y los hierros retorcidos de los automóviles y las caravanas fueron retirados. También se erigió un monolito con dos centenares de estrellas orlando un círculo con una cruz y una inscripción que solamente reza: «In memoriam».

38 años después y aún hay 3 cadáveres sin reclamar.

"Colombianos". Esa era la inscripción que alguien colocó sobre los cuerpos de los tres componentes de una familia suramericana que perdió la vida en el cámping Los Alfaques, frente al que hoy hace 25 años explotó un camión cisterna cargado de propileno. Al día siguiente, los cadáveres de estas tres personas yacían en uno de los pasillos del cementerio de Tortosa (Tarragona) junto a una enorme concentración de ataúdes de las víctimas de la tragedia, que causó 215 muertos. A ese tanatorio improvisado al aire libre fueron llegando las familias de los fallecidos para identificar a las víctimas. Apenas quedaban restos de ropa y los pocos objetos que pudieron salvarse tras el paso de la bola de fuego, a 1.000 grados de temperatura, quedaron en manos de la policía.

"La calcinación hacía que aproximadamente el 80% de los cadáveres fueran inidentificables", explica Felipe Tallada, uno de los abogados que intervino en la causa judicial posterior al siniestro. Su padre, entonces alcalde de Tortosa y una de las personas que participó en la coordinación del operativo de emergencia, asiente al escuchar las declaraciones de su hijo.

Los mapas dentales que se solicitaron a los familiares resultaron claves para descifrar los nombres, con la ayuda del libro de registro que quedó en el cámping. En aquella época no se hacían pruebas de ADN para identificar a las víctimas. "Llegaron forenses de Austria, Alemania, Bélgica... de toda Europa, para ayudar a los especialistas de la zona", recuerda Tallada. Poco a poco se determinó la filiación de los fallecidos y fueron cuadrando los nombres, una vez eliminados los heridos y los fallecidos en los hospitales.

Se identificaron todos excepto siete: cuatro miembros de una familia francesa procedente de Marsella (la mayoría de muertos eran franceses y alemanes) y tres miembros de una familia colombiana. Fueron los únicos, junto a los fallecidos de la zona, que quedaron en el cementerio tortosino los años siguientes. "Los enterraron en grupos de dos o tres en las fosas comunes", explica un empleado municipal.

La familia francesa, formada por un matrimonio y dos hijos, llegaron a ser repatriados con el tiempo: "Unos tres años después, cuando se pagaron las indemnizaciones, los marselleses fueron trasladados a su lugar de origen, pero no antes, porque económicamente era demasiado costoso", explica el abogado Tallada. Sin embargo, los tres colombianos no fueron reclamados, comenta.

La normativa municipal estipula que, si al cabo de cinco años nadie reclama un cadáver, éste puede ser trasladado al osario general. Eso es lo que ocurrió con esas tres víctimas, enterradas en principio en el mismo nicho.

El enterrador que ha gestionado el cementerio tortosino las últimas décadas, ahora jubilado, recuerda que ese osario común, hoy cubierto de vegetación, fue el destino final de esos restos. La familia que gestiona el cámping de Los Alfaques es la misma que lo hacía el día de la "tragedia de Empetrol", que es la denominación que utiliza Mari Carmen Maci , la propietaria, para referirse al suceso. No quieren hablar del libro de registros ni de nada relacionado con la fatalidad causada por el camión cisterna, excesivamente cargado, que conducía Francisco Ivernón. "Tras 38 años, es ya el momento de darnos luz y vida, porque hemos estado mucho tiempo tragando lágrimas", dice Mari Carmen. El cámping, señala con convicción, "fue sólo una víctima más". La lealtad de los clientes asiduos a este enclave de Alcanar ayudó a que el negocio familiar pudiera seguir adelante hasta la actualidad.

Javier De Frutos
Para Por y Para Aranjuez


viernes, 8 de julio de 2016

8 de Julio de 1538, muere ejecutado Diego de Almagro, conquistador español

8 de Julio de 1538 muere ejecutado Diego de Almagro, conquistador español


  • Diego de Almagro nació en el año 1475 en la ciudad de Almagro, en la actual provincia de Ciudad Real, siendo hijo ilegítimo de Juan de Montenegro y de Elvira Gutiérrez.
  • Fue ejecutado el 8 de julio de ese mismo año en la cárcel por estrangulamiento de torniquete y su cadáver decapitado en la Plaza Mayor de Cuzco. Malgarida, su fiel sirvienta negra, tomó el cadáver de su amo y lo enterró en la Iglesia de la Merced en el Cuzco.



Diego de Almagro


Diego de Almagro (Almagro, 1475 -Cuzco, 8 de julio de 1538) fue un adelantado y un conquistador español. Participó en la conquista de Perú y se le considera oficialmente el descubridor de Chile; fue también el primer europeo en llegar al actual territorio de Bolivia.

Diego de Almagro nació en la ciudad de Almagro, en la actual provincia de Ciudad Real, siendo hijo ilegítimo de Juan de Montenegro y de Elvira Gutiérrez. Ambos padres se habían dado la promesa de matrimonio, pero terminaron su noviazgo sin realizar este compromiso. Para cuando rompieron, Elvira estaba embarazada de Diego, razón por la que sus familiares la ocultaron hasta que naciese el niño, que vio la luz en 1475.

Fundó San Pedro de Riobamba, la primera ciudad española en el Ecuador; además, mandó a fundar y poblar Puerto Viejo al capitán Francisco Pacheco en las inmediaciones de la costa.

Los orígenes de Diego de Almagro permanecen oscuros. Nació en 1475 en la villa manchega de Almagro, en Ciudad Real, lugar del que tomó el apellido por ser hijo ilegítimo de Juan de Montenegro y Elvira Gutiérrez. Para salvar el honor de la madre, sus familiares le quitaron el infante y lo trasladaron a la cercana villa de Bolaños de Calatrava, siendo criado en esta localidad y en Aldea del Rey, a cargo de Sancha López del Peral. Cuando cumplió los 4 años volvió a Almagro, estando bajo la tutela de un tío suyo llamado Hernán Gutiérrez hasta los 15 años, cuando por causa de la dureza de su tío se fugó de casa. Se dirigió al hogar de su madre, que ahora vivía con su nuevo esposo, para avisarle de lo ocurrido y de que se iría a recorrer el mundo, pidiéndole algo de pan que le ayudara a vivir en su miseria. Su madre, angustiada, le buscó un pedazo de pan y unas monedas y le dijo: "Toma, hijo, y no me des más presión, y vete, y ayúdate de Dios en tu aventura".

Después se le encontraría en Sevilla como criado de don Luis de Polanco, que era uno de los alcaldes de aquella ciudad. Mientras desempeñaba esta ocupación, Almagro acuchilló a otro criado por ciertas diferencias, dejándolo con heridas tan graves que motivaron que se promoviera un juicio en su contra que Almagro no quiso enfrentar, por lo que huyó de Sevilla y vagó por Andalucía hasta que decidió partir a América.

Era Diego de Almagro un hombre de mediana estatura y poco favorecido en apariencia física, ya que fue afectado de acné y viruelas mientras estuvo en España.

Almagro llegó al Nuevo Mundo el 30 de junio de 1514 en la expedición que Fernando el Católico enviaba al mando de Pedro Arias de Ávila. La expedición desembarcó en la ciudad de Santa María la Antigua del Darién, donde se encontraban muchos otros destacados futuros conquistadores, entre ellos Francisco Pizarro.

Sobre Almagro no se tienen muchas noticias en este período, pero se sabe que acompañó a varios capitanes que salieron de la ciudad de Darién entre 1514 y mediados de 1515, aunque se mantuvo principalmente en la ciudad llegando a tener una encomienda, construyéndose una casa y dedicándose a la agricultura.

Desarrolló su primera acción conquistadora el 30 de noviembre de 1515, cuando partió de Darién al mando de 260 hombres, para fundar la villa de Acla, ubicada en el lugar del mismo nombre, pero tuvo que desistir de su empresa porque cayó enfermo y debió regresar a Darién, dejando la misión de completar su plan al licenciado Gaspar de Espinosa.

Almagro trabajó por algún tiempo con Vasco Núñez de Balboa, en ese tiempo encargado de Acla, que con los materiales de la expedición de Espinoza quería construir un barco, recortarlo y reconstruirlo en el Mar del Sur (el Pacífico). Sin embargo, según los datos obtenidos, no hay indicios de que participara en la expedición de Balboa y es más probable que regresara a Darién.

Espinosa decidió realizar una nueva expedición, partiendo en diciembre con 200 hombres, entre los que estaba un ya recuperado Almagro, y Francisco Pizarro, quien por primera vez tenía el título de capitán. En esta expedición, que duró 14 meses, se encontró con el padre Hernando de Luque a quien ya conocía anteriormente. Aunque la famosa sociedad entre los tres no estaba aún realizada, ya se demostraban confianza y amistad. Tomó parte en las incursiones, fundaciones y conquistas desarrolladas en el golfo de Panamá, participando nuevamente en una de las expediciones de Espinosa, que se transportaba en dos barcos de Balboa. De Almagro en esta expedición sólo se sabe que sirvió como testigo en listas, que en cada acontecimiento relacionado con indígenas, hacía levantar Espinosa. Permaneció en la recién fundada ciudad Santa María la Antigua del Darién, ayudando a poblarla. Durante cuatro años no participó de nuevas expediciones, ocupando su tiempo en la administración de sus bienes y los de Pizarro.

Nació en esta época su hijo Diego de Almagro el Mozo, que tuvo con una india de la región llamada Ana Martínez.

Allí tiene noticias de un reino situado en el sur, llamado Birú, que era el centro del Imperio inca. Francisco Pizarro propuso el reconocimiento de esas tierras y la conquista de sus riquezas. Sus dos primeras expediciones por esta zona, realizadas entre los años 1524-1525 y 1526-1528, revelaron las sorprendentes riquezas del Imperio incaico en las tierras recién descubiertas.

En 1529, tras la firma de la Capitulación de Toledo, la Corona española autorizó a Pizarro la conquista y gobernación de Perú, que pasó a denominarse Nueva Castilla. Reunidos Almagro y Pizarro en 1532, iniciaron desde Cajamarca la conquista del territorio de los incas y, después de ejecutar al soberano Atahualpa, partieron hacia Cuzco. Ocupada esta ciudad en 1533, Almagro marchó a tomar posesión del litoral peruano y fundó la ciudad de Trujillo, superando mediante negociación las aspiraciones del conquistador Pedro de Alvarado.

Para aquella época se formalizó la sociedad entre Almagro, Pizarro y Luque, recibiendo a principios de agosto de 1524 el permiso esperado para descubrir y conquistar por cuenta suya las tierras ubicadas en el levante de Panamá, empresa que culminó con la conquista del imperio inca por parte de Pizarro.

Almagro permaneció en Panamá para reclutar hombres y conseguir avituallamiento, mientras Pizarro capturaba al Inca Atahualpa en Cajamarca. Los éxitos de Pizarro le movieron a solicitar el permiso real para emprender, por cuenta propia, la conquista de nuevos territorios; aunque le fue denegado, este hecho agrietó las relaciones de amistad con los Pizarro. No obstante, cuando llegó al Perú en 1533, lo hizo con un título de igual importancia que el de Pizarro, lo cual causó fricciones entre ambos. Tras repartirse el tesoro de Atahualpa y ejecutarlo, partieron hacia el Cuzco y tomaron la ciudad. La intromisión de Pedro de Alvarado se resolvió con el pago de una indemnización a éste y su retirada, con lo que se evitó un conflicto.2 En junio de 1535 se produjo un acercamiento entre Almagro y Francisco de Pizarro, Pizarro incentivó a Almagro a realizar nuevos descubrimientos y se realizaron los preparativos en el Cuzco. En 1534 el Adelantado Pedro de Alvarado, conquistador de Guatemala y El Salvador, le vende en la ciudad de Quito su armada de seis naves por cien mil pesos de oro.

En 1535 el rey Carlos I recompensó a Almagro con la gobernación de Nueva Toledo, al sur de Perú, y el título de Adelantado de las tierras más allá del lago Titicaca, en los territorios del actual Chile.

Almagro inició los preparativos de su expedición a Chile con buenos auspicios. Le llegaron noticias de los incas de que la región al sur del Cuzco estaba poblada de oro, por lo que juntó fácilmente 500 españoles para la expedición, muchos de los cuales lo habían acompañado al Perú. Iban también en la expedición unos 100 negros y unos 10.000 indios yanaconas para el transporte de las armas, ropas, víveres, etc.

Las noticias que les llegaban de Chile eran absolutamente falsas, pues los incas planeaban una rebelión contra sus dominadores y deseaban que aquel grupo tan numeroso de españoles se alejara del Perú. Para convencerlos, Almagro le pidió a un alto señor del imperio que les preparara el camino junto a tres soldados españoles, el Inca les entregó el más alto jefe religioso del imperio, el villac umu, a su propio hermano llamado Paullu Inca, y su propia compañía.
Encomendó a Juan de Saavedra que se adelantase con una columna de cien soldados para que, a la distancia de unas ciento treinta leguas, fundase un pueblo y lo esperase con los alimentos e indios de relevo que pudiera reunir en aquellas comarcas.

Almagro salió del Cuzco el 3 de julio de 1535 con 50 hombres y se detuvo en Molina hasta el 20 de ese mes, detenido por el inesperado arresto del Inca Manco Cápac II por Juan Pizarro, acción que le trajo problemas. Dejada atrás Moina, Almagro se encaminó por el camino del Inca, con los 50 hombres de que consistía su columna. Recorrieron el área occidental del lago Titicaca, cruzaron el río Desaguadero y se encontró con Saavedra en un poblado llamado Paria, en que logró reunir a 50 españoles más, que pertenecían al grupo del capitán Gabriel de Rojas , y que decidieron abandonar a su jefe y dirigirse a Chile, se reunió un total de 150 hombres. Permanecieron cerca del lago Aullagas todo agosto, en espera del derretimiento de las nieves de la cordillera de los Andes.

Pasado este contratiempo, se dirigieron a Tupiza, donde se encontraron con Pablo Inga y el Villac-Umu, que tenían recolectado oro de los tributos de la región, y con los tres españoles que los acompañaron. Estos tres españoles, se habían dedicado mientras esperaban a Almagro al pillaje y asaltaron una caravana que supuestamente provenía de Chile con oro, el cual le fue mostrado a Almagro. Esto renovó los bríos de los expedicionarios haciéndoles olvidar los padecimientos de la marcha. Aquí Almagro realizó una nueva pausa de dos meses en la expedición, esperando que viniesen las tropas. Sin embargo le inquietó una nueva noticia; había arribado al Perú el Obispo de Panamá, fray Tomás de Berlanga, que traía poderes para dirimir el conflicto de límites entre los conquistadores. Los amigos de Almagro le solicitaron que volviese para defender mejor su causa, pero el Adelantado quería ir por la riqueza chilena, por lo que siguió adelante. Otro contratiempo se presentó cuando el Villac-Umu se escapó de la expedición con todos los porteadores y volvió al norte. Pero Almagro y sus hombres siguieron adelante, ya que aún contaban con Pablo Inga. Los españoles tuvieron que tomar porteadores a la fuerza para poder transportar los avituallamientos, esto causó más de un conflicto con los naturales.

Los españoles más algunos Yanaconas comenzaron a transmontar las primeras alturas de la cordillera de los Andes. En su avance por la cordillera, los expedicionarios sufrieron muchas penalidades, ya que caminaban agotados por el frío y el congelamiento de sus manos y pies, y por la dificultad de un suelo lleno de guijarros pequeños, de bordes afilados, que les destruían las suelas de los zapatos y las herraduras a los caballos. El gélido clima de la cordillera mató a gran parte de los indios Yanaconas, que empezaron a dejar en la ruta como un sendero de muerte, pues no tenían la ropa adecuada y andaban a pie desnudo, y a varios de los españoles, cuando se quitaban las botas, se les caían los congelados dedos de los pies. La tradición dice que fue por el llamado hoy Paso de San Francisco por donde Almagro realizó su triste travesía. Las penurias aumentaron al internarse por ese paisaje helado, inhóspito y silencioso, llegando incluso a detener el avance por falta de ánimos.

El conquistador, preocupado por la suerte de sus hombres, encabezó junto a otros veinte jinetes un grupo de avanzada, que atravesó la cordillera y después de cabalgar tres días enteros, llegaron al valle de Copiapó (en ese entonces Copayapu), y recogieron víveres que le suministraron los indígenas y que envió de inmediato para socorro de sus hombres.

Por fin el resto de la columna llegó a Copayapu (Valle del Copiapó) con 240 españoles, 1500 yanaconas, 150 negros y 112 caballos. Entre los negros venía una mujer leal a Almagro llamada Malgarida. Murieron durante la travesía 10 españoles, 50 caballos y cientos de indios auxiliares.

Después de la natural recuperación de energías, se dio la orden de reiniciar la marcha hacia el valle de Copiapó; sin embargo le desertaron una multitud de yanaconas que dejaron prácticamente sin sirvientes a los españoles. Almagro endureció la mano y mandó que quemaran a varios indios culpables de haber matado españoles. Estos indios habían asesinado a los tres soldados enviados en vanguardia que habían llegado a Chile. Para su escarmiento, Almagro decidió darles un cruel castigo reuniendo a todos los caciques importantes de la región, echándoles en cara su crimen y condenándoles a morir en la hoguera. Durante la realización del castigo le llegaron noticias de los caciques de la región del Aconcagua, que deseaban entablar amistad con los blancos. Eso se debió a un par de españoles renegados de Pizarro que estaban en la región desde antes. Se trataba de Gonzalo Calvo de Barrientos y de Antón Cerrada, quienes en realidad fueron los primeros españoles en descubrir y pisar territorio chileno. Gonzalo Calvo de Barrientos había sido afrentado por Pizarro -que había mandado que le cortaran las orejas- y para no exhibir su afrenta se internó hacia el sur del valle de Zama, de forma que llegó posteriormente más hacia el sur. Sería el más leal colaborador de Almagro.

Durante su marcha a esa región, el Adelantado tuvo noticias de un barco, el San Pedro, que había recalado en la región, (Los Vilos) dirigido por Ruy Díaz y que venía lleno de ropas, armas y víveres para la expedición. Al llegar al río Conchalí, en Los Vilos, se encontró con el otro español ya mencionado llamado Antón Cerrada quien ya había influenciado a los aborígenes a dar una bienvenida pacífica a la columna de Almagro.

Al llegar al valle del Aconcagua los españoles fueron bien recibidos por los naturales, gracias a los consejos que les había entregado Gonzalo Calvo, como se ha dicho, español radicado desde hacía años en Chile. Sin embargo, los naturales fueron influenciados por el indio Felipillo, intérprete de los conquistadores, que les habló de las malas intenciones de éstos y les recomendó atacarlos o huir de ellos. Los naturales le hicieron caso, pero no se atrevieron a atacarlos y escaparon durante la noche, al igual que el indio Felipillo y varios yanaconas, que tomaron el camino del norte, pero este último intento no fructificó. Felipillo fue atrapado y descuartizado con caballos frente al curaca de la región como escarmiento.

El territorio que el Adelantado esperaba encontrar lleno de riquezas no cumplía ni sus más mínimas expectativas, lo que le causó una gran desilusión, por lo que decidió enviar una columna de 70 jinetes y 20 infantes dirigida por Gómez de Alvarado para que explorase el sur del territorio. Cuando la columna llegó al río Itata, tuvo lugar en Reinohuelén el primer enfrentamiento entre los españoles y los mapuches, en el que la superioridad de las armas y la sorpresa causada por los caballos permitió una fácil victoria española frente a indios muy guerreros, que se asustaron al ver el hombre montado a caballo como si fuesen ambos un solo ser. Esto no sería más que una mera escaramuza previa a la futura Guerra de Arauco que iniciaría Pedro de Valdivia muchos años después. Almagro, al sentir la presión de la tropa desengañada por las falsas promesas de riqueza y las desalentadoras noticias de una avanzada que daban cuenta de más tierra fría y pobre,,3 sopesó la situación y decidió no proseguir hacia el sur.

Sin oro, Almagro, mal aconsejado por Gómez de Alvarado y Hernando de Sosa, sólo pensó en regresar al Perú a intentar ganar el Cusco para su gobernación. Entre la alternativa de volver a atravesar la cordillera, o dirigirse por el desierto, se decidió por la segunda opción. En un acto de reconocimiento al sacrificio hecho por sus hombres en la expedición, y que no fueron recompensados con el ilusorio oro de esta región, decidió perdonar las deudas que sus soldados habían contraído con él, destruyendo todas las escrituras que los comprometían.

El camino por el desierto de Atacama fue tan terrible como la travesía por la cordillera: días quemantes y noches heladas, la hostilidad de los indígenas, sin contar con la escasez de agua y alimento. Pero de cualquier forma se consideró mejor que la travesía por los Andes. Salieron en grupos pequeños de no más de 10 hombres haciendo jornadas de 20 km cada día. Durante el día se refugiaban bajo la sombra de los tamarugos, en la Pampa del Tamarugal y de noche, caminaban.

Para ponerse a cubierto de una sorpresa, ya que el Perú ardía en una rebelión general contra Pizarro, Francisco Noguerol de Ulloa se hizo a la mar y desembarcó en el caserío como protección adelantada de los expedicionarios, permaneciendo 18 días y luego regresando por tierra a Arequipa en febrero de 1537, con la pérdida consignada de un hombre, Francisco de Valdés, que murió ahogado en un río. Tal fue el estado físico en que llegaron Almagro y sus seguidores que desde entonces se les llamó los "rotos de Chile" a quienes vinieran de esas tierras. Sólo se atrevería a ir a conquistar esas tierras, 4 años más tarde, Pedro de Valdivia, en una expedición organizada desde el Perú.

En 1535, el rey Carlos I lo recompensó con la gobernación de Nueva Toledo, gobernación que comprendía desde el límite de la gobernación de Pizarro y 200 leguas al sur, y el título de Adelantado en las tierras más allá del lago Titicaca.

A su regreso a Perú, en 1537, Almagro ocupó la ciudad del Cuzco, y en la batalla de Abancay, el 12 de junio de 1537, haciendo prisioneros a Hernando y Gonzalo Pizarro, por considerar que pertenecía a su gobernación. Francisco Pizarro negoció con Almagro el destierro de sus hermanos, pero en realidad Pizarro sólo buscaba ganar tiempo y de algún modo imponerse ante la voluntad del rey, que decidió que el Cuzco era propiedad de Almagro. Pizarro, sintiéndose afianzado, lejos de cumplir con el acuerdo, les dio el mando de las tropas a sus hermanos. Almagro se encontraba enfermo en el momento de la traición del acuerdo y dio el mando a Rodrigo Orgóñez y los almagristas fueron derrotados en abril de 1538 en la batalla de las Salinas. En esta misma batalla murió el leal Gonzalo Calvo de Barrientos, el desorejado de Pizarro. Hecho prisionero, Almagro fue avergonzado por Hernando Pizarro y no pudo apelar ante el rey. Almagro, sintiéndose perdido entonces, suplicó por su vida, a lo cual respondió Hernando Pizarro diciendo: "Sois caballero y tenéis un nombre ilustre; no mostréis flaqueza; me maravillo de que un hombre de vuestro ánimo tema tanto a la muerte. Confesaos, porque vuestra muerte no tiene remedio".

Fue ejecutado el 8 de julio de ese mismo año en la cárcel por estrangulamiento de torniquete y su cadáver decapitado en la Plaza Mayor de Cuzco. Malgarida, su fiel sirvienta negra, tomó el cadáver de su amo y lo enterró en la Iglesia de la Merced en el Cuzco.

Su hijo Diego de Almagro el Mozo intentó vengar a su padre, sin embargo, Francisco Pizarro murió en el palacio de Lima en 1541 a manos de Juan de Rada. Hernando Pizarro marchó a España a justificar su conducta ante el rey y fue encarcelado por más de 20 años en la fortaleza de Medina del Campo; Gonzalo Pizarro murió decapitado después de sufrir la derrota a manos del licenciado Pedro de la Gasca el 9 de abril de 1548, capitaneado por Pedro de Valdivia en contra del pizarrista Francisco de Carvajal en la Batalla de Jaquijahuana.

El más total descrédito sumió a las tierras de Chile (Chili o Chilli), asociándose su nombre al fracaso, así sería hasta 1540 en que Pedro de Valdivia revisando algunas notas de Almagro, le dio un gran valor agronómico a Chile y decidió realizar su conquista.

Javier De Frutos
Para Por y Para Aranjuez


jueves, 7 de julio de 2016

7 de julio: el golpe de Estado que fracasó

El golpe de Estado que fracasó


  • El 7 de julio de 1822, la Guardia Real se amotina en el Pardo.
  • En la madrugada del 7 de Julio los batallones de El Pardo avanzaron hacia la Plaza Mayor, defendida por las Milicias, compuestas por tropas inexpertas y dirigidas por Francisco Ballesteros, siendo derrotados.




El levantamiento

El 30 de junio al regresar Fernando VII del cierre de las Cortes, la Guardia Real fue insultada y apedreada tras lo que cargó a bayoneta contra los manifestantes. Esa misma noche un oficial de la Guardia apellidado Landáburu, tras haber castigado a un subordinado por proponerle sublevarse a favor del Rey, fue buscado dentro mismo del palacio y asesinado por tres granaderos. Para evitar una escalada del conflicto el gobierno ordenó el acuartelamiento de la Guardia, favorable al Rey, y de la Milicia que le respondía, pero al difundirse que los batallones de la Guardia serían disueltos, en la noche del 1 de julio cuatro de ellos abandonaron la ciudad conducidos por unos pocos oficiales, mientras dos permanecían en Palacio y el resto de la oficialidad desaparecía.

La mañana del 2 de julio los cuatro batallones de la Guardia Real se reunieron en las afueras de Madrid en el campo llamado de los Guardias. El general Pablo Morillo intentó persuadirlos inútilmente, tras lo que marcharon sobre El Pardo.

La milicia fue movilizada mientras se ordenaba al General Espinosa que desde Castilla la Vieja marchase sobre Madrid con sus fuerzas, únicas de las que podía disponer, dado que enfrentaba simultáneamente levantamientos en Castilla la Nueva (clérigo Atanasio), en la provincia de Cuenca (Laso y Cuesta), en Sigüenza, en Aragón, de los Carabineros Reales en Castro del Río y del regimiento provincial de Córdoba.

El día 3 una diputación de los sublevados fue recibida por el Rey, quien viendo la posibilidad de aprovechar la situación para retornar al absolutismo o al menos forzar la reforma de la constitución, convocó una Junta compuesta del Ministerio, del Consejo de Estado, del Jefe Político, del Comandante General y de los Jefes de los Cuerpos del ejército. El gabinete de ministros, teniendo en cuenta la situación, las intenciones del monarca y que la Constitución no preveía lo ordenado, no le dio curso, sospechando que el Rey aprovecharía para tomarlos prisioneros utilizando los dos batallones de la Guardia que permanecían en Palacio.

El día 5 el Rey desautorizó la movilización de las fuerzas de Espinosa a quien el Ministerio había ordenado avanzar sobre los sublevados. El 6 confirmando los temores del gobierno, la Guardia cerró las puertas del Palacio quedando aprisionados los Ministros y el Secretario del Consejo. En la madrugada del 7 los batallones de El Pardo avanzaron hacia la Plaza Mayor, defendida por las Milicias, compuestas por tropas inexpertas y dirigidas por Francisco Ballesteros, siendo derrotados.

El 7 de julio de 1822, la Guardia Real se amotina en el Pardo. Aún no ha salido el sol. Quieren tomar Madrid, y devolver a Fernando VII su poder absoluto. El monarca lleva tiempo instigando la sublevación, con intrigas en la sombras. Si alguna vez lo hubo, poco queda del aquél "marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional" pronunciado dos años antes. La situación de esos días la ilumina a la perfección Benito Pérez Galdós en su Episodio Nacional: "El rey era absolutista, el gobierno moderado, el congreso democrático, había nobles anarquistas y plebeyos serviles. El ejército era en algunos cuerpos liberal y en otros realista y la Milicia abrazaba en su vasta muchedumbre a todas las clases sociales".

Los tres años de gobierno liberal precedentes estuvieron, en palabras de Galdós "marcados por las intrigas anticonstitucionales del Rey con su camarilla, el confesor Víctor Sáez, el conde de Moy, el marqués de las Amarillas y los duques del Infantado y Castroterreño". Fernando VII, obligado a a aceptar la imposición decretada por la Junta Provisional Consultiva, aprovechó durante meses las diferencias entre los liberales moderados y los radicales veinteañistas. Intrigas que planeaba culminar ese 7 de julio. El plan era sencillo: apoyar el levantamiento de la Guardia Real y recuperar el poder absoluto del trono y regresar a la situación previa a 1820. Ya estaba bien de transigir con el nuevo período constiucional. Era capaz de cualquier cosa, como ya había demostrado en la conspiración de El Escorial o durante su cautiverio en Francia. Sus ambiciones estaban tan claras como su miedo, que fue lo que finalmente le hizo fracasar.

Tuvo a muchos de su lado, quiénes aunque no compartían ideales con el monarca, veían con agrado la marcha atrás del tipo de régimen. Pertenecían, mayoritariamente, al clero, la nobleza y los militares: Víctor Damián Saénz, canónigo de Sigüenza, Agustín Girón, y los militares Luis Ferández de Córdova. Tampoco ninguno salió bien parado porque, una vez fracasado el golpe, el intrigador les dió la espalda.

Para llevar a término su golpe, el Rey comenzó por ordenar el secuestro de los ministros. El día 7, dos batallones reales tomaron el palacio y retuvieron al secretario del Consejo de Estado, al jefe político San Martín y varios ministros liberales como Martínez de la Rosa.

Con las autoridades bajo secuestro, paralelamente y a las cinco de la mañana del ese día de julio de 1822 los milicianos se apostaron en la calle Mayor para proteger sus posiciones. Quieren entrar en Madrid. "La indisciplina entre los soldados de los dos batallones que quedaban en Madrid fue manifiesta", relata Galdós. "El interior del Palacio de Oriente había sido tomado por la soldadesca, que se apostaba en las galerías y los corredores con botellas de vino y paquetes de cigarros en un ambiente festivo de franca rebelión". Así las cosas, los cuatro batallones de Guardias que estaban en el Pardo se dividieron en tres columnas y entraron en la capital. Pero fue un descalabro. La Guardia Nacional, liderada por algunos generales e integrada por paisanos y burguesía progresista les planta cara. Corre la sangre: la mayoría de los profesionales de la Guardia Real son escabechinados.

Los que quedaron, se reunieron la Puerta del Sol, con el objetivo de llegar hasta palacio para custodiar al Rey que había instigado todo aquello. Pero Fernando VII se acobardó. "Una bala de fusil penetró por una ventana, por lo que envió un mensajero para pedirle que cesase el fuego" describe el Episodio Nacional. Si no mandaba a los sublevados que se rindieran, las bayonetas de los libres penetrarían hasta su real cámara, por lo que Fernando se rindió al miedo, y a la cobardía. El absolutismo había sido derrotado y el golpe, un fracaso. Pero el monarca sobreviviría.

Los patriotas gritaban en las calles "¡Viva la Milicia Nacional!". La capitulación fue pactada en la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor, donde los cuatro batallones de la Guardia Real entregaron las armas, gracias en gran parte, a figuras como Evaristo San Miguel, Palarea, Morillo y López Ballesteros; quiénes coordinados, desmontaron el plan de la Guardia Real. También al papel jugado por el Ayuntamiento de Madrid, que se encargó de organizar y abastecer a las tropas de la Milicia Nacional que se enfrentaron a los sublevados.

Javier De Frutos
Para Por y Para Aranjuez


martes, 5 de julio de 2016

La oveja Dolly cumpliría hoy 20 años

La oveja Dolly cumpliría hoy 20 años


  • El ejemplar escocés fue el primer mamífero clonado de la historia.
  • Los padres de Dolly dieron a luz a la oveja después de 277 intentos.
  • Los investigadores que crearon la oveja Dolly no recibieron el Nobel de Medicina


Nació el 5 de julio de 1996 y falleció el 14 de febrero de 2003)

Hoy la oveja Dolly estaría de cumpleaños. La fama internacional de su lana no se debe a su denominación de origen escocés. La popularidad le viene por haber sido el primer mamífero clonado de la historia que, como cualquier otro animal clonado, se gestó en un tubo de ensayo.



Hace 20 años Ian Wilmut y Keith Campbell, investigadores del Instituto Roslin de Edimburgo (Reino Unido), dieron a luz a Dolly después de 277 intentos por transferencia nuclear. El embrión genéticamente idéntico al de la oveja donante se consiguió a partir del núcleo de una de sus células adultas, que se introdujo dentro del óvulo de otra oveja, y después se implantó en el útero de una tercera que cedió su vientre a la gestación.

Dolly fue en realidad una oveja resultado de una combinación nuclear desde una célula donante diferenciada a un óvulo no fecundado y anucleado (sin núcleo). La célula de la que venía Dolly era una ya diferenciada o especializada, procedente de un tejido concreto, la glándula mamaria, de un animal adulto (una oveja Fin Dorset de seis años), lo cual suponía una novedad. Hasta ese momento se creía que sólo se podían obtener clones de una célula embrionaria, es decir, no especializada. Cinco meses después nacía Dolly, que fue el único cordero resultante de 277 fusiones de óvulos anucleados con núcleos de células mamarias.

Dolly vivió siempre en el Instituto Roslin. Allí fue cruzada con un macho Welsh Mountain para producir seis crías en total. De su primer parto nace Bonnie, en abril de 1998. Al año siguiente, Dolly produce mellizos: Sally y Rosie, y en el siguiente parto trillizos: Lucy, Darcy y Cotton. En el otoño de 2001, a los cinco años, Dolly desarrolla artritis comenzando a caminar dolorosamente, siendo tratada exitosamente con pastillas antiinflamatorias.

El 14 de febrero de 2003, Dolly fue sacrificada debido a una enfermedad progresiva pulmonar. Piénsese que un animal de la raza Finn Dorset como era Dolly tiene una expectativa de vida de cerca de 11 a 12 años, pero Dolly vivió sólo seis años y medio. La necropsia mostró que tenía una forma de cáncer de pulmón llamada Jaagsiekte, que es una enfermedad de ovejas causada por el retrovirus JSRV. Los técnicos de Roslin no han podido certificar que haya conexión entre esa muerte prematura y el ser clon, pues otras ovejas de la misma manada sufrieron y murieron de la misma enfermedad. Tales enfermedades pulmonares son un particular peligro en las estabulaciones internas, como fue la de Dolly por razones de seguridad.

Sin embargo, algunos han especulado que era parapléjica, debido a sus pezuñas torcidas. Había un factor agravante al deceso de Dolly y era que tenía una edad genética de seis años, la misma edad de la oveja de la cual fue clonada. Una base para esta idea fue el hallazgo de sus telómeros cortos, que son generalmente el resultado del proceso de envejecimiento. Sin embargo, el Roslin Institute ha establecido que los controles intensivos de su salud no revelaron ninguna anormalidad en Dolly que pudieran pensar en envejecimiento prematuro. Los restos disecados de la oveja Dolly están expuestos en el museo real de Escocia.

Javier De Frutos Esteban
Para Por y Para Aranjuez



lunes, 4 de julio de 2016

4 de Julio de 1884 Colocación de la primera piedra del actual edificio del Banco de España, en Madrid

Colocación de la primera piedra del actual edificio del Banco de España, en Madrid



  • El 4 de julio de 1.884 se coloca la primera piedra de la que es, a dia de hoy, la sede del Banco de España
  • Es uno de los edificios más representativos de Madrid y de la arquitectura española del siglo XIX y comienzos del XX. Sin embargo, hasta su construcción, el Banco fue desarrollando su actividad en otros lugares de la ciudad
  • En 1999 es declarado Bien de Interés Cultural de España.




La sede principal del Banco de España se encuentra en la Villa de Madrid, con fachadas a la plaza de Cibeles, a la calle de Alcalá, al paseo del Prado, a la calle de los Madrazo y a la calle del Marqués de Cubas. El Banco de España, como institución, fue creado en 1856, a raíz de la fusión del Banco de Isabel II con el Banco de San Fernando en 1847, y su primera sede fue el edificio de los Cinco Gremios Mayores, situado en la calle de Atocha de la capital.

El incremento de actividades generó las necesidades de espacio y el Consejo director se propuso la construcción de una nueva sede, gestionando la compra del Palacio de Alcañices, propiedad del duque de Sesto, y por cuya adquisición pagó el precio de unos tres millones de pesetas.

Las primeras juntas de accionistas del Banco de San Carlos se celebraron en el palacio del conde de Altamira, mientras se terminaban las obras de acondicionamiento de la primera sede del Banco en el palacio de Monistrol, sito en la madrileña calle de la Luna.

En 1825, se trasladó a una casa adquirida en la calle de la Montera, que pasó a convertirse en la sede del Banco de San Fernando tras la disolución como Banco de San Carlos.

Para la construcción de la actual sede del Banco de España se adquirió en 1882 el palacio del marqués de Alcañices, situado en la calle de Alcalá con vuelta al Paseo del Prado y se acordó convocar un concurso público para la elección del proyecto arquitectónico que mejor se adaptase a las necesidades del Banco.

Solo se presentaron cuatro proyectos y ninguno de ellos era de la plena satisfacción de la comisión de obras, por lo que se encargó a los arquitectos del Banco Sainz de la Lastra y Adaro que, tras estudiar los edificios de otros bancos europeos, redactaran el proyecto definitivo, aprobado a finales de 1883.

La primera piedra se puso el 4 de julio de 1884, en un acto al que asistió el rey Alfonso XII y el monumental edificio fue inaugurado en 1891.

Las obras del nuevo edificio se hicieron siguiendo el proyecto de los arquitectos Eduardo Adaro y Severiano Sainz de la Lastra, proyecto con el que éstos ganaron la medalla de oro de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1884. Ese mismo año, el 4 de julio, se ponía la primera piedra del Banco, en un acto solemne, con la presencia de su majestad Alfonso XII. El edificio terminado será inaugurado el 3 de marzo de 1891 por el rey Alfonso XIII y su madre la Reina Regente María Cristina.

La planta se distribuye en crujías paralelas a una serie de patios alineados con los ejes del caseo del Prado y Alcalá articuladas por el tramo diagonal del chaflán. Las fachadas recogen un repertorio decorativo ecléctico, aunque la sobriedad de zócalos y plantas bajas acentúan la idea de solidez representativa que corresponde a la institución que alberga. La adecuada gradación del tamaño de vanos en las distintas plantas y su variedad compensan la marcada horizontalidad del conjunto.

En 1927, se inició la primera ampliación de las instalaciones con la adquisición de las casas del conde de Santamarca, situadas en la calle de Alcalá, a continuación del edificio antiguo.

Esta ampliación se basó en el proyecto del arquitecto del Banco José Yarnoz Larrosa, que propuso la prolongación de la fachada, repitiendo la imagen externa del edificio existente y reservando solo al interior las novedades arquitectónicas de la época.
Destacan en el exterior del edificio las puertas de entrada, construidas en hierro dulce por el artista Bernardo Asíns.

En el año 1927 se aprueba la construcción de la mitad posterior de la fachada a Alcalá, derribando las Casas-Palacio conocidas como de Santamarca. El proyecto se realiza siguiendo escrupulosamente las líneas del original en fachada, siendo de carácter completamente diferente en estilo en el interior. Dicha ampliación será diseñada por el arquitecto del Banco José Yarnoz Larrosa. Otra ampliación, de menor valor arquitectónico, será realizada en el año 1969 por el hijo del anterior, el arquitecto José Yarnoz Orcoyen.

En la década de los 70, se planteó un nuevo proceso de ampliación de la sede del Banco que completase el edificio con la esquina de las calles de Alcalá y Marqués de Cubas, para conformar una manzana cerrada que garantizara la seguridad del Banco. Con este propósito, el Banco ya había adquirido, el 2 de febrero de 1950, el edificio contiguo a su sede.

El 25 de septiembre de 1978, se convocó un concurso de ideas para desarrollar la que sería la última ampliación del Banco hasta nuestros días. Se invitó a los arquitectos Oriol Buhigas Guardiola, Luis Cubillo de Arteaga, Fernando Moreno Barberá, Rafael Moneo Vallés, Eleuterio Población Knappe, Ramón Vázquez Molezún y Javier Yarnoz Orcoyen.

Un año más tarde -y contando con el asesoramiento de una comisión constituida por representantes del Ayuntamiento de Madrid, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid- el Consejo Ejecutivo del Banco eligió la propuesta presentada por Rafael Moneo y le encargó la redacción del proyecto definitivo. Sin embargo, la obra no se pudo acometer en aquel momento porque el inmueble estaba sujeto a protección.

El Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, en el que se establecía la planificación del área del Banco, se aprobó en 1997. En 2003, en virtud de un convenio firmado entre el Ayuntamiento de Madrid y el propio Banco de España, se inició la última fase del cerramiento de la manzana, tal y como se detallaba en el proyecto revisado por el propio Moneo durante el año 2002.

En 2006, coincidiendo con la celebración del 150 aniversario del nombre "Banco de España", se inauguró la ampliación. Se mantuvieron los principios básicos de la idea original, basados en la continuidad de las fachadas de Alcalá y el Paseo del Prado; pero se introdujeron algunas variaciones arquitectónicas que enriquecieron el conjunto, respetando en todo momento lo ya existente.

El nuevo edificio cuenta con una superficie construida total de 4.736 metros cuadrados, que comprenden la planta baja, tres plantas sobre rasante y cuatro sótanos.

En el interior, y en lo que al edificio original de 1891 se refiere, destacan la escalera de honor y el patio, que fue la caja general y que hoy ocupa la biblioteca, al que se le incorporó una estructura de hierro fundido, encargada a la Fábrica de Mieres.

La monumental escalera de mármol de Carrara, a la que se accede desde la puerta del Paseo del Prado, es una muestra de la arquitectura más tradicional, diseñada por los arquitectos del Banco y ejecutada por el bilbaíno Adolfo Areizaga. Junto a ella hay una serie de magníficas vidrieras de estilo simbolista -encargadas a la empresa alemana Mayer- con numerosas figuras alegóricas.

La ampliación decidida en 1927 y terminada en 1934 incorporó, en el interior del edificio, las novedades arquitectónicas de la época a las que Yarnoz había renunciado en el exterior. El nuevo patio de operaciones, con una altura de 27 metros y una superficie de unos 900 metros cuadrados, se aparta de los conceptos clásicos y recoge algún ejemplo del Art Decó, como la vidriera superior o el reloj, pieza decorativa y funcional situada en el centro del patio. También destacan la rotonda, que sirve de enlace interior entre los dos edificios, y por su singularidad la cámara acorazada.

Javier De Frutos Esteban
Para Por y Para Aranjuez


domingo, 3 de julio de 2016

40 años del nombramiento de Suárez como presidente

Se cumplen 40 años del nombramiento de Suárez como presidente

  • El 3 de julio de 1976, el rey Juan Carlos I, previa propuesta del Consejo del Reino, designó como presidente del Gobierno a Adolfo Suárez.
  • Las duras críticas a su gestión, la crisis interna de UCD y la falta de apoyos sociales, sumado al abandono de la Casa Real, llevaron a Suárez a dimitir el 29 de enero de 1981.




El 3 de julio de 1976, el rey Juan Carlos I, previa propuesta del Consejo del Reino, designó como presidente del Gobierno a Adolfo Suárez, que entonces tenía 43 años, provenía de las filas del franquismo y supo dirigir el proceso de transición que transformaría España en una democracia.

El político y abogado, que nació en Cebreros y murió en 2014 en Madrid, había escalado políticamente desde el corazón del franquismo. Así, fue gobernador civil de la provincia de Segovia en 1968 y rápidamente ascendió a la dirección de RTVE.

Posteriormente, formó parte del primer gobierno tras la muerte de Franco, como Secretario General del Movimiento Nacional, bajo la presidencia de Carlos Arias Navarro.

Desde que accediera a la presidencia, Suárez fue capaz de avanzar hacia un sistema de libertades y logró pactar tanto con socialdemócratas, liberales e incluso con los comunistas. Recibió por ello duras críticas, especialmente desde los sectores del franquismo que negaban el proceso político que estaba comenzando en España.

Desde el primer momento luchó por la instauración de la democracia en España sin provocar una ruptura traumática con el sistema anterior. Consiguió que las Cortes, todavía constituidas según la legislación franquista, aprobaran en el mes de diciembre la Ley de Reforma Política, lo que abrió el camino para las primeras elecciones democráticas tras la legalización de todos los grupos políticos.

Consiguió el triunfo en las primeras elecciones libres celebradas el 15 de junio de 1977, como líder de la Unión de Centro Democrático (UCD). Como presidente votado democráticamente, decretó la amnistía para los presos políticos y restableció los organismos históricos de las nacionalidades que componían el Estado español. Se elaboró una constitución de un nuevo Estado, no sólo democrático, sino también social y de derecho, con un fuerte componente descentralizador, casi federal.

Declaró una amnistía para todos los delitos políticos y dialogó con los dirigentes de la izquierda procedentes de la clandestinidad o el exilio, como el socialista Felipe González o el comunista Santiago Carrillo.

Además, legalizó las diferentes formaciones políticas que habían luchado contra el régimen de Franco, como el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en 1976, o el Partido Comunista Español (PCE), en 1977.

Fruto de estos pactos, en septiembre de 1976, presentó el proyecto de Ley para la Reforma Política, que supuso el fin del franquismo. En diciembre de ese año se celebró un referéndum, en el que los españoles evidenciaron su apoyo a la ley propuesta por el Ejecutivo de Suárez.

Unos meses más tarde, el 15 de junio de 1977, se celebraron elecciones generales libres, en las que ganó el partido de Suárez, UCD, tras lo que comenzó la redacción de la nueva Constitución, aprobada en 1978.

Las duras críticas a su gestión, la crisis interna de UCD y la falta de apoyos sociales, sumado al abandono de la Casa Real, llevaron a Suárez a dimitir el 29 de enero de 1981.

"Mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia. Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España", dijo Suárez.


Javier De Frutos Esteban
Para Por y Para Aranjuez